Por César López - AFP
Campeón del mundo en 2022 y campeón de América en 2021. Ocho Balones de Oro y tres premios The Best de la FIFA. Infinidad de títulos, récords y distinciones individuales. A poco de cumplir 37 años, Lionel Messi, se acerca a su último tango.
Aquella imagen en Catar levantando el trofeo más codiciado del planeta terminó de inmortalizar su leyenda. La gloria en el fútbol ya le pertenecía, la había alcanzado con cientos de goles en tardes y noches de ensueño, pero a su rosario de epopeyas le hacía falta el beso más deseado.
Y así fue. Sonriente y sosteniendo el trofeo del Balón de Oro como mejor jugador del Mundial-2022 se fue acercando a ella, a esa dorada de curvas perfectas, una diosa capaz de producir delirios y profundas tristezas, llamada Copa del Mundo.
Aquí no hubo regates, ni jugadas mágicas. Simplemente la miró sin misterios, y ya frente a ella hizo lo que tenía que hacer: besarla, acariciarla y volverla a besar.
"Tuve la suerte de haber conseguido todo en mi carrera (...) Mi premio más grande fue el Mundial. Muchos fanáticos en el mundo querían que Argentina fuese campeón en parte por mí. Ya no me falta nada por conseguir, lo gané todo", sostiene Messi, el rey Midas del fútbol.
La era Lionel Messi
Veintiún años se cumplirán en noviembre de aquel debut de Messi como profesional en un amistoso del Barça frente al Oporto. Más de dos décadas en las que revolucionó y cambió la historia del fútbol.
Del niño frágil de 14 años pero tocado con la mano de Dios, que arribó al Barcelona necesitando un costoso tratamiento hormonal para desarrollarse físicamente, quedan sólo los recuerdos fílmicos de una extraordinaria calidad a punto de explotar.
Su historia la escribiría poco después con los culés durante 17 temporadas: cuatro Liga de Campeones, diez Ligas de España, siete Copas del Rey, tres Mundiales de Clubes, ocho Supercopas de España y tres Supercopas de Europa.
Y detrás de todos estos títulos, centenares de goles y jugadas de todos los tamaños, sabores y colores. Premios y más premios, récords, elogios por doquier, reverencias en el mundo. Su estrella iba en crecimiento, y el mundo comenzaba a darle el mejor lugar en la historia del fútbol
¿Decepciones? Claro, también las tuvo. Fue entonces cuando el planeta descubrió que Messi era humano.
Con la Albiceleste perdió cuatro finales, tres de Copa América (2007, 2015 y 2016), y la más dolorosa, la del Mundial de 2014 en Brasil frente a Alemania. Como a Maradona en la final de Italia-1990, la Mannschaf también le dejó una cicatriz en el alma al arrebatarle la Copa del Mundo.
Su inesperada y dramática salida del Barça con rumbo al París Saint-Germain, en agosto de 2021, mostró al Messi más vulnerable.
El sol de Miami
Para fortuna del 10 el Mundial-2022 apareció en su horizonte, y así pudo disipar los sinsabores de su estadía en el PSG, donde en su primera temporada conquistó la Ligue 1 pero sufrió la frustración de caer en los octavos de final de la Champions a manos del Real Madrid.
En Catar fue feliz. La épica final ganada a Francia será recordada como la más intensa y emotiva de los Mundiales. Fue su punto máximo en su dilatada carrera.
Pero en París no le perdonaron semejante afrenta.
A su regreso del Mundial el PSG no lo homenajeó públicamente como sí lo hicieron cada uno de los clubes donde había un argentino campeón del mundo en Catar. Fue silbado e insultado en cada estadio francés.
Messi quería seguir siendo feliz y por eso partió a Miami. Allí, a los pocos días de vestirse de rosado, le recordó a todos que seguía siendo el sobrenatural que juega con mortales.
Ahora, y en medio de la pausa de la eliminatoria sudamericana al Mundial-2026, Messi vuelve a embarcarse con la ilusión de siempre en una nueva aventura con la Albiceleste. Su séptima y última Copa América. Quizás, también, el comienzo de su adiós a las canchas.
Será, tristemente, uno de sus últimos tangos.